Moscas con sus susurros molestos
vuelan sobre mi espalda
y trato de pensar
y los pensamientos huelen a mosca,
y a un susurro crepitante
de metralleta escritora de insultos voladores
que impactan en mi lapiz
y se estacionan en el papel.
Son antropomoscas
y son elocuciones inútiles
las que emanan de sus alas desplumadas
y de su esencia de parásito itinerante.
Ya vendrá el insecticida
que haga de su tiempo
un vuelo productivo
y no un encadenamiento
a eslabones del hambre.
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