miércoles, 26 de noviembre de 2008

Amanecer y la Libertad

A los amigos que
quizas se reconozcan aca




Eramos la Libertad
empecinada en ese contraste,
bajo algas que colgaban
a los brazos caidos.

Eramos la brisa desnuda y peluda
trotando por mescolanzas estrambóticas,
que mostraban el sendero hacia una mueca,
al parecer olvi-dada.

Eramos las rocas,
agitándose hacia la eternidad de las nubes
que navegaban en aquellas sonrisas diurnas.

Somos definitivamente inolvidables,
pues fuimos el amanecer en una ironía
y un vaso de aceite en un mar de apatía.

¡Salud!,
por los pantalones que cayeron y trotan
bajo la urbe de la eternidad,
bajo de sus nubes de nunca jamás,
bajo las llaves del suelo,
y con sus puños en vuelo,
para que sonrían en la ciudad.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Aureolina

Voy a inventar una palabra tuya
para tenerte en mis labios
y me creeré creacionista
al dibujarte en pasos,
mientras conversa conmigo
un perro con un tic nervioso.

Estrepófila Aureolina,
un pétalo en tus labios
y estratosféricas neologías
explotaron en tus lineas.

Pequeña Aureolina,
te dibujé en mis ojos un segundo.

Aureolina diafanténtica,
me dibujaste la tibia mañana
con tu risa.

Diafantosa petalídioa,
eres mis dedos,
eres un olor pasajero.

Aureolina cuspédica,
el sol vilipendea
mis pies en su trigal,
mis enanos en ruedas,
gastados y diestros
en la suela,
¡oh Aureolina!,
cuando mis lisonjas lejanas
no son sino tu piel
que seda la seda,
sedante de mis pequeñas hebras.

Mis ojos te esperan,
Aureolina de argentósfera esmeralda,
excelsa trina,
astro, sencillez, polifonía.

Mis sonetos destruidos
navegan en trescientas letrillas,
y crean un torbellino
que me mueve
en las curvas de los astros
de porcelana en masilla
y brillan en su pureza,
que ama a la fulgorosa retina
y trescientos que son dos
me hacen sentir
como la flor Aureolina
en su alma plateada
de cristales y encina.

Y ahora en tus cabellos miro
al mundo cantando torbellinos
de la melodia beldalina
la beldad en hielo,
la beldad sencilla,
hermosura, aureo asunto,
tu verdad Aureolina.

Por Liniers

Por Liniers

Alberto Montt