miércoles, 23 de abril de 2008

Presentación

Hola

Soy la pluma de las nuevas esencias
y de las nuevas locuras,
Soy nuevas sonrisas
y nuevas tinturas,
Soy mañana por la mañana
y también soy la madrugada,
Soy la lujuria más recatada
y el conservadurismo libertario,
Soy la conclusión del viejo ensayo
y la antítesis del nuevo y mejorado,
Soy praxis y teoría,
Soy nubes y relámpagos,
Soy no sé y sabiduría,
Soy consideración y apatía,
Soy indiferencia y preocupación,
Soy tierra y no nación,
Soy bosque y soy bosquejo,
Soy seguridad y estoy perplejo
por toda la tinta que crepito,
Soy espada y soy escudo,
Soy servilleta y soy escupo,
Soy eterno y soy mortal,
Soy tu boca y soy callar,
Soy destrucción masiva
y soy de la paz misiva,
Soy fuego y soy pavor,
Soy pésimo y soy lo mejor,
Soy pluma de plumíferos ilustrados
y de los tercos ensimismados,
mas no sabría decirte
en menos de dos palabras
qué soy,
pues no puede mi simpleza
simplificarse en un
yo hoy.

Quizás ayer,
quizás en cien años.

Pero que no os parezca extraño
pues el que puede reducirse a solo una
será la nada de la angostura
de nuestro abecedario.

Así que mientras gobiernes a tu tintero
no temas a tus balas y a tus morteros,
pues de tus cuadernos la destrucción
desencadenará en ellos la revolución
y te hablarán y te gritarán
en sublevaciones máximas del poder
la nueva tinta que se proyectará
en el nuevo papel.

sábado, 19 de abril de 2008

Arbóreo fenecer

Cuando caen las hojas
yo me transformo en un neófito
de lo que se pone amarillo y café
en mis ramas que se mueven
al compás del soplo de la novedad
de los globos inflados.

Cuando caen, me caigo,
cuando se ponen café, yo también
,cuando tu sabes, yo sé
y porque tú, yo también.

Cuando caen aquellas hojas
y soplan los aires del sur,
yo me trato de ir al norte,
como un proyectil crítico
de toda la masa acribilladora
de mis hojas,
cuando caen las otras
en el atardecer
en esta estación
del arbóreo fenecer.

martes, 15 de abril de 2008

El Árbol y la Paloma

En mis hojas caiste
pequeña paloma

Mis benevolencias frutales
te ofrezco, pequeña indefensa,
pues parecen estar maduros
como tus plumas blancas y tersas

Blanco guiño del cielo,
que flota en las nubes, sobre mi copa;
con mis ramas protectoras
y con mis lanas arboreas te abrigaré
y te vestiré con trajes verdes de gala
para que dances al amanecer
un lento y dulce vals
y les des un toque azucarado al viento
para dejarlo preso en mi mirada
y ablandar con tu dulzura
un poco esta tierra agria,
y así levantarme
y llevarte a un lugar asoleado
que tenga tus plumas en invierno
y en verano tu luz,
tu mirada en primavera,
y en otoño tus manos,
para que recojan mis hojas
al llegar esos días
en los que en mis ramas
dormirás de nuevo
mi pequeña y dulce ave.

sábado, 12 de abril de 2008

Hoja

Caía suave por el aire una hoja
y se presentaba
con una dulce reverencia.

Sobre mi cabeza esta ya danzaba
al mostrarme coqueta la inclemencia
de su belleza otoñal
en un cambré risueño y singular

Parecía mofarse lejana
con su sensualidad liviana
hasta que su acto terminó
al aterrizar, cual caida de dominó,
sobre el suelo con un último cliché:
se fue brincando sutíl con un chassé.

martes, 8 de abril de 2008

El miedo de las nubes

Tiritan las nubes
en este impacto estruendoso y cálido

Amanecen escondidas y
miedosas, pues van a ser destruidas
o desterradas de su tierra, la que empezamos ahora a conquistar.

Tal vez se muden con nosotros
en nuestros patios, en nuestros lechos.

Lo que si no creo, es que cubran
o escondan nuestro eclipse radiante e infinito.

Haciendo de él un simple vacío;
antes tendría que dejar de existir el sol, que
bajando en caida libre
inunda nuestras miradas y nuestros
aciertos, nuestros todos, nuestros tiempos.

Dime tú,
inspirando al aire para que me sople
cientas de cintas que tautológicas me
hablen de tí, que el
océano superior es totalmente nuestro.

Así tranquilo
navegaré por él,
timoneando, timoneando
este gigante y titánico galeón
surcando el mar hasta el amanecer.

sábado, 5 de abril de 2008

Destierro

Tanto te ame mi tierra
en este destierro temporal
y no lo sabía.

Tanto te soñé mi tierra
cuando caminaba sobre el vacío
y nunca recorde una gota del sueño.

Tanto te grite mi tierra
al gritar mi soledad, mis penas
y nunca me escuché

Tanto te sentí a mi lado mi tierra
cuando percibí tu aroma
y nunca pensé que era el tuyo.

Tanto tiempo mi tierra
que te anhelé
y sin embargo te tenía.

Y ahora te tengo, y lo sé,
pues llegue del destierro
para quedarme en el abrigo
de tus cuencas y montañas,
bajo el alero de tu seno,
para que tu me consueles
bajo el calor de tu luz
y yo consolarte al sembrarte
de vida y de semillas
para alimentarme y alimentarnos
de dinamismos duales
que nos hagan vivir con alegría,
esa que solo me da tu tierra,
esa que solo te da mi trabajar,
cada día de siembra,
cada día al caminar.

Por Liniers

Por Liniers

Alberto Montt