Tengo una indigestión literaria,
una diarrea verbal,
una verborrea acorralada
en mi corazón estomacal
que no me deja pensar,
solo irracionalizar,
haciendo de un cerro calvo y bello
un cabello,
y de un caballo
un cobayo,
que corre en su jaula
libérrimo y no desesperado.
La noche me sabe a día,
no me sabe a apatía,
¿o no che?
Quizás no sé
y el cabello parezca
mas al sin saber volcado
con su ureola ambar
y su suave a-brazo.
Mejor correré al baño
y regalaré a la imprenta
el producto final
para que por el ducto difunda,
sin dos veces fundar
el nombre de mi loco bien
- ¿o mi loco mal? -
y llegue como manantial límpido
con un goteron impío
a tu habitat innatural
sin que un caballo impida
que circule el agua fría
a travez de la cañería,
y así podamos cabalgar juntos,
todos alienados,
en cobayos
por los cabellos
o por el no sé
y escribamos en las cadenas
noches que son días
en todas horas
al amanecer.
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