Pseudonetos de el llamado a la luz

I

Negras y vacilantes nubes
recorren represivas los campos
y ya los rayos y las luces
tienden a escaparse de este manto

Viles ladrones se roban los frutos,
como fuego quema los arboles la nieve,
y las nubes se niegan a caer rotundamente
y a desaparecer como agrio llanto

¿Dispuestas estarán a entenderme
al beber ellas de mi vaso
este amargo y dulce trago?

¿Dejarán a la energía aurea y titilante
divagar despacio por este espacio
para saciar el hambre de este vago?

II

La ceguera ha llegado a mi alma,
oh calma, oh calma;
senderos colocados sobre plasma
y pasos inseguros que pasman

En mis ojos no camina la luz,
han volcado el iris hacia la razon,
pues las caidas han corrido en un microbus,
frecuentemente, no como en otra ocasión.

Devolvedle el manubrio a mi corazón
y el cambio ponedlo en su palma
para que nos aleje de la estancada cruz

El policía no te detendra a la luz,
ni os mostrará el libro de mil planas
ni menos cantara una enajenada cancion

III

Flores brillantes caen
de sutil forma sobre mi ventana
y la benevolencia de la gravedad
las ha hecho caer en mi lecho.

Han sorprendido al desecho bandido
y este ya ha huido y huido
tembloroso ante la salida
de la sombra del camino.

Han dejado de atormentar al nido,
que ha tomado sus armas
y ha clavado una estaca de libertad

Han hecho al sol un pedido;
alumbrar estas planas
para que vuelen sin vestido ni edad