martes, 30 de septiembre de 2008

Defensa de la Locura

Oh, mi querida Locura,
que son los sanos
sino algo corriente y ordinario,
algo común y cotidiano.

Que es la vida
sin un neuronal descalabro,
sin un puzzle mal armado,
sin una realidad torcida,
sin una corazonada invertida.

Quiero que la normalidad sea vencida
y sea abrazada por tu indiferente naturaleza.

Que desenfundemos todos nuestro gramo
de semillas de algo extraño,
extranjero, estulto, emocionado,
entonado en licores de mal grado,
menesteres mal sopesados,
abstracciones de magnos tamaños.

Para que lo reprimido
sea sobreexplotado
por nuestros complejos ecuménicos
de subjetivos dorados
y los manicomios sean las cárceles
para los enfermos que se dicen equilibrados.

Que sería el mundo sin depresivos y bipolares,
sin la neurosis y la esquizofrenia,
seríamos realmente un mundo en pena,
maquinaria bien manejada,
rebaño sin ovejas negras.

Prefiero la enfermedad
a la constante palabrería de mierda
de los perfectos discipulos de la anti-histeria,
que hacen historia con sus puñales de miseria,
titeres de los dueños del engranaje,
tecnócratas y mecanicistas verdes de los encajes,
glotones en lluvias magulladas
por la moral anticuada de la gran tijera,
cortadora de ojos y manos,
tortura sincera,
mentira glamorosa
para los sordos siervos de la gleba.

Te loquéo y me locuro.

Te lo juro
que si al mundo
se juzgara por ser mundo,
los normales abogarían con una estucada
-¡Qué loca que suena esta amortajada!-
al demandante de este asunto,
asertándole en el corazón al demandado,
y bajando su calzón desesperado
esperarían su merienda diaria.

¡Solo por su merienda diaria!
¡Un jarrón de diamantes y esmeraldas!
¡Que se las guarden en sus calzas de Damas!

Yo te defiendo y te difundo
pues el que no es loco, es difunto,
aunque este en lo oscuro
o en lo claro.

Asi también quiero haceros un reparo:
Que se te descubre,
se te busca y se te lanza,
pues escondido estas
en el corazón de las masas,
cuando chocan con cuadrados
injustos e idiotizados.

Te defiendo y lo haré
sinónimo de astucia,
de lo nuevo y de lucha
de pigmeos contra casuchas
de mil metros,
causa oculta por manos invisbles.

Te haré legible,
y si puedo enloqueceré
más que la cordura,
y asi emergeré
de este ente tétrico y basura;
te quiero con ternura
y asi siempre lo haré.

Pasión a la mayor figura,
la locura,
y ahora ¿qué?

No hay comentarios:


Por Liniers

Por Liniers

Alberto Montt