sábado, 27 de septiembre de 2008

Uno de esos lejanos

Me remembras
que soy un individuo,
uno solo y no más que uno.

¡Por qué!
si tu aura debería redundar
en pequeños fulgores.

Me llueven las lunas fugaces,
y escurren como viento,
como un salto,
como una marejada
de destruidas botellas de vinagre,
agrio como nunca,
como la latencia del musgo
sobre los ojos humedecidos,
astros perdidos
en el bosque del infinito.

Oh, antítesis de lino,
me juegas un preludio violento
para embadurnarme a posteriori
de tus manos asesinas
y estrepitosas,
sin compasión.

Oh, gotas vacilantes,
me bailais burlezcas
traidoras
e inescrupulosas.

Yo me baño en tu oasis de luna
mientras las ánimas solitarias nos invaden.

¡Oh, ya no las quiero más!
¡Vayanse mejor al cielo!
¡Cuento mal contado
que ha caido
a mis pies enredado!

¡Ya mas no las quiero!,
yo ahora prefiero
la danza de la beldad,
la pura y blasfema verdad
que larga una sonrisa larga,
en un oculto haz
que me hara desaparecer
de la terrena faz.

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Por Liniers

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Alberto Montt