martes, 19 de agosto de 2008

Asi habló la nada vetusta

Asi habló la calle vetusta
cuando tropezó corriendo
por gente mal pavimentada,
al sentarse en desordenados dientes
,apilados en las orillas
de los muebles blandos de la lujuria
y entre los recovecos
de las poco acogedoras fachadas,
construidas con los cueros curtidos
por las norias.

Así habló la luna vetusta
al optimizar su vista
con sus cristalinos,
lupas empecinadas en la mala percepción,
como el diente al frío.

Ellos no tienen la culpa,
es la deficiencia del que moldeó
en barro la imperfección.

Así habló el perro vetusto
al ver que su mascota
se dejaba estar
en unos papeles teñidos, manchados,
y en largas jornadas de observación.

Satirizaban la monotonía
de su experimentación;
la llamaron la vuelta del hombre.

Un elefante trafica los huesos prohibidos,
una ballena su carne,
un árbol sus pulmones,
que son talegos dobles,
prácticos para el nado
untado con el aceite
traficado por el lobo.

Le insisto señor empresario
y consumista empedernido,
esta mascota es un producto apetecible,
a pesar de su imperfección,
y si os preocupa lo que concierne a la legislación
somos gaviotas desencadenadas;
Así alguna vez habló la muerte vetusta.

Y la nada vetusta asi habló
al renegar de la vida justa,
de la muerte intrusa,
y de ambas
ante las mentes ilusas.

Y ahora hablo yo
bajo la concepción vetusta
que vive sobre sus cabezas
sumisas a la cordura
en este mundo volcado
en su puño con hielo,
golpeando y golpeando
a la alegria en el suelo.

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Por Liniers

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Alberto Montt