lunes, 25 de febrero de 2008

Balada de la tristeza hospitalaria

Mis pies gastados
comen tierra,
en esta espera,
espera sin fin,
en este terreno
de enfermedades metropolitanas.

Mis ojos gastados
absorven la frustración
de las vidas deterioradas
por los puños golpeadores
de la cotidianeidad.

La deidad saludable
rie con crueldad
de nuestro sufrimiento,
haciendolo más largo,
armandolo de balas de tedio
que dispara sin piedad.

No cabe en mi corazón
tanta balada triste y solitaria,
tanto suicidio abismante
de los corazones desanimados
del camino constante
que lleva al infinito.

Este es un suicidio cupular,
de las promesas incumplibles,
de las mentiras verdaderas,
que suelen caerse de espalda
hacia el eterno vacío,
tal como esta triste balada hospitalaria.

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Por Liniers

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Alberto Montt