lunes, 11 de febrero de 2008

Las Liras de Balanza

I


Un hombre en el camino
comenzó a caminar oprimido
por un verde testigo
de su gran rebelión
producto de un gran sentir reprimido

Reprimido en tal forma
que con mucho desespero explotó
y viajó por la tierra,
volando por el cielo
hasta que él a una estrella derrotó

En su blanca corteza,
muy poroza y viajera, se detuvo
y moldeó unas ideas,
las disparó él en cubos
de la tristeza que tanto retuvo.

Gritó desde la luna
¡Amanece presto, día nefasto!
lo gritó en penumbras
desde aquel largo rastro
de blancos, largos y funestos saltos.


Pero no hubo respuesta
a tal divagante y común reclamo;
él bajó al piso de ella
a pedir, por lo mismo,
libertad con un dulce y rojo ramo.

Dijo bajo la tierra
¡emerge, mi dulzura magmática!
para quemar la pena
de las largas huidas
bajo la blanca y espesa lluvia ártica.

Y siguió caminando
por el largo y solitario sendero
en el que el sordo vago
asaltó con su dedo,
pobre pobreza, al corazón sincero.


-¡Quiero-dijo Balanza-
una larga y dulce vida austera!-,
ante cuchilla inflada
en un callejón presa
después de larga corrida y espera.



II


Balanza en sus andanzas
pesó su corazón por vez primera
se acostaba en su cama;
impresión y palpitar,
corazonada forma de quimera.

Es tamaña proeza
y maldita a la vez aquella acción
quiso aplastar en prensa
con fuerza y sin razón
su corazón, bello y gigante renglón.

Pues ya él no aguantaba,
quería elevar al cielo el latido
y que este rebelara
el sentir efusivo
en un soneto rojo y resumido

Este decía :

"
Mirad estas palabras, son tuyas, mias, nuestras
al igual que mi corazón rojo y desangrado
que corre sagaz por los rios desesperado
dejando un largo sendero de cortas muestras.

Muestras de solución a problemáticas vuestras,
reflejos de falencias vividas de mal grado
para poder tranquilo caminar por verdes prados
y escribir como estas, cortas y rojas letras.

Espero ya que no corra sangre mia en vano
y que viaje en el cielo como puñal certero
Y se clave apremiante en el cajon sentimental.

Y que de mantas los cubra con sus blancas manos,
y los alze en libertad, tal como el ser primero,
para que el sacrificio, no sea oficio banal"


III


Balanza así dirigió
un desafío cortante al cielo:
él, gallardo, ofendió
y bostezó primero
su blanca imagen desde el claro velo

De su sublime lecho,
su reflejar ideal ascendía
muy brillante y perfecto,
como la luz del día
y este le respondió en cuaderna vía:

"¿Cómo osáis a dirigirte en tan vulgar tono
a la persona que se encuentra en el alto trono,
escupiendo las palabras con tal rojo cono
lanzándomelas violentas, volando al ozono?

Si yo soy tu noble pastor, eterno cuidador
de tus blancas lanas, que el lobo, oscuro trepador,
quiere devorar presto y nominarse ganador
de esta brava y constante lucha, ¿Escuchaste hablador?"

"Sí, te escuche yo atento,
Señor, espejo perfecto y barrigón,
por que has comido tanto
de tus gordos borregos ,
estulto, burdo y tierno parangón.

Por mi no has hecho nada,
reflejo mundial de la frustración,
te entierras como bala
en triste corazón,
¡Maldita conformista traición!

¡De este hoyo oscuro quiero
salvarte, hermoso pueblo y verde mundo
que lo tuyo devuelto
sea y ambos sean uno
para sacaros de este mal inmundo!

Debemos desligarnos
de la inmunda y limitante creación,
libertarnos hermanos
de esa santa ficción
¡De ti! ser creado por la razón"

Dijo con rabia y fervor
apuntando a su celestial imagen
con su dedo ,cañón
de palabras que caen
y dejan a la estulticia al margen

Y así él le disparó
y la ficticia imagen cayó herida.
Balanza sonrió,
y su vida nutrida
de felicidad blanca revivió


IV

Y se fue caminando
levantando cien metros la cerviz
puesto que hoy ganó
con hermoso matiz;
Balanza ya no era aprendiz

Pero algo es seguro,
que le quedaba al gigante por ver
todavía lo mucho
que ofrecía al correr
el camino largo en el que iba a caer

Se vio él al instante
rodeado de hermoso inmóvil esplendor,
estatua itinerante
de bellos rojos pasos
fémina escultura e intenso fulgor

La instantánea impresión
caía celeste a su corazón,
lírico talegón,
por el cual empezó
melódico a cantar una canción

Esta blanca canción
era de gran estructura octavada
real, brillo y jirón
de vestido tomada
de doncella bailando una balada:

"Hada luminosa y desesperada,
tu por mis campos nevados e inhóspitos
vuelas en tus largas alas voladas
que dejan en cada uno de sus ritos
a la fragancia desencadenada
transformándose en un celestial hito
que camina en espiral hacia el alma
poniendo una soga, guía en la palma

Que me lleva, navegante al bravo mar
y me vuelca y me aturde y no me besa
bajo tormentas de luces, gran pesar
de golpes agridulces bajo mesa;
hermosa musa, llévame a navegar
a tus aguas dulces bajo la impresa
marca del viento rojo apasionado
del campo celeste, bello y calmado"

Dijo extasiado al cantar
su canto de corazonados gritos,
dibujado con tizas
de esos blancos pedidos
en las embriagadas verdes pizarras.

Sus dibujos eternos
dibujados en cimientos amorfos
de pasados intensos
de ideales futuros,
en gastados y corroídos trozos.

Trozos blancos y tercos,
trozos verdes, brillantes y audaces
y trozos amarillos
y trozos mordaces
y otros rojinegros, hermosos y tenaces

El puzzle antiquísimo
parado en sus dos eternas columnas
observando ahí mismo
en la infinita espera
de imágenes largas presas e inmundas

Inmundas y presas
del maldito rufián y tirano tiempo
que lento destruía
su rápido latido
que con su hablar se batían lento

Sólo viajaba el mirar
que denso descansaba sin descansar
en las dulces miradas
de ese dulce y blanco mar
que rulaba muy a lo lejos sin cesar

Y se iba y se iba lejos
dejando atras el ocular diálogo;
guiando con su dedo
el camino verde roto
que transformó esperanza en monologo.

Sus palabras volaron
solitarias al aire, aureo y danzante
y bravas pisotearon
como blanco elefante
su corazón, tierra hermosa y cantante

Y nostálgico se iba
caminando por el extenso manto
crepitando blasfemias
contra el carmesi lapso,
cuando él escucho alaridos de espanto

V

-¡Ayuda!- él escuchó
y con prisa averiguó que pasaba:
era un joven flacucho,
con tezón trabajaba
un monstruo mecánico sin trabas.

Y su dueño lejano
exclamaba dos risas viscerales
con sangre y latigazos
que golpeabanlo al caer
hasta matar su orgullo de minerales

-¡De Oro es!- Balanza dijo
al ver al hombre de a poco fenecer
pues de él brotaba el brillo:
luz, trigo, resistente,
que en su corazón empezaba a crecer.

-¡Deteneos maldito!-
le gritó al verde sombrero de copa,
y el puño, como un tiro,
le derribó la boca
manchando de rojo su inmunda ropa.

Las viscerales risas
se fundieron así con el negro abismo
alumbrando los prismas
con esperanza en ríos
de alegria emancipada en mil ritmos.

Bailaba emocionado
el flacucho, con fuerza de mil trenes;
Balanza caminando
contento en otros rieles,
por romper las cadenas de rehenes.

Se retiraba
con lento paso, cuando en su espalda
Flacucho caminaba
y al aire predicaba
con libres palabras, color del alba :

" Querido hermano
tus manos me han librado
del sombrero verde y obeso
que me castigaba
día a día
con amenazas de hambrunas
con latigos vagabundos,
con la misma inanición.

Es por eso que yo,
Flacucho, esforzado obrero,
te quiero seguir
desde aqui hasta el fin
para liberar, maestro,
a todos los que viven
bajo el látigo
de los gemelos de sombrero,
para que puedan bailar
, como yo,
la danza de la felicidad. "

"No me sigas - respondió -
mejor caminemos hombro con hombro
como buenos hermanos,
pues no estoy hecho ni de oro,
ni iluminado soy, soy solo un hombre .

Mejor caminar lento
con la forma justa del horizonte
hacia el brillante reo
del cielo homogeneo
para llegar mas alto que los montes "

Y Flacucho creció
pues se alimentaba de la libertad;
con ella alimentó
a todos los demás,
dejando atrás su obrera pubertad.

VI

Balanza se sentía
feliz feliz, casi casi completo,
algo solo faltaba,
gran detalle pequeño
que lo haria sentir al fin repleto.

Era simplemente ella
sin nombre, hermosa hija de la tierra
, rebujada arboleda,
que nacía en la espera
de la subida a la blanca y larga sierra.

Antes se habian visto,
tiempo atrás, en caminos anteriores;
nunca forma tuvo,
pero si unos dolores,
que repercutieron en eventos ulteriores.

Nunca él pensó que cuando
el lento por las calles caminara
su faltante pedazo
rápido se estrellara
en su corazón, aurea cimitarra.

Y que este se fundiera
lentamente en sus labios de latón
cambiando así estos
de metal oxidado
a un gran aureo y sonoro acordeón

Completas melodías
de él emergían acribilladoras,
sutiles y asesinas,
de la tristeza ahora
pues él feliz cantaba todo el día.

Estaba ya completo,
el mundo se habia acrisolado
tortuosamente lento,
pero él, al fin y al cabo
lo logró, eso lo dejaba contento

"Puedo morir tranquilo"
- dijo él en su corazón rojo y altivo -
cayendo lento y vivo
en la hierba verde y noble,
dándole a la tierra un nuevo motivo.

Se unió con su madre,
con la madre tierra, en forma de árboles,
que le dieron al aire
nuevo aire, nuevos dones
que regalaron los días mejores

Y así nunca acabó
la vida renovada y permanente
que siempre fulguró
en esos corazones

que hoy brillan con esperanza latente.








1 comentario:

Anónimo dijo...

:O Genial!!!
me gusto demasiado...escribes muy bn :D

tratare de leer todo jejeje xD

cuidat... saludos


Por Liniers

Por Liniers

Alberto Montt