Estoy en la ladera de la erupción,
tamañas las fisuras de la boca coagulada,
soy el volcan de la destrucción,
con los bordes y mantas congeladas.
Tengo la necesidad envalentonada
si me queman en el furioso carbón,
o si me queman con la mirada
menguo y me hundo con fervor
Ya de ello me he acordado
y mis cimientos tiemblan
y me habla el terruño anonadado
sobre las abrazadoras siembras
que renovaron los sesgados
destructores porvenires de la niebla
y dejaronle moribundo y sosegado
debajo de la arbórea vereda
como hombre muerto y sepultado,
hijo de la inanición y de la edad en vela
y llora, eterno rezagado
los puñales y los cañones de cera.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
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