Brillan las llamas
que apagó el viento de septiembre,
huracán traicionero,
sediento de la felicidad de Nietzsche,
de lagrimas y sangre.
Yo las veo como brillan en mis manos,
pequeños fulgores asesinados.
Sus pasos se escuchan
en los canticos marciales
que exhalaron el respiro perpetuo
de la libertad.
Se escuchan adentro
de nuestras palpitaciones empuñadas,
como grito altivo,
como rojo incesante,
como brochas en los muros,
como fogatas humeantes.
No los hemos perdido.
Resuenan y sonarán
en los siglos venideros,
en las voces desenfundadas,
explosiones contestatarias,
y en mi pluma,
mientras la tierra
no dude de mi esperanzada cuna.
viernes, 19 de septiembre de 2008
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1 comentario:
recomendacion:leer escuchando charagua
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