Paseaban en las figuras
troncos zig-zagueantes
e iluminaban las voces
las sombreadas trifulcas
de sonrisas parlantes.
Las luciérnagas verbales
han plasmado en sus bocas
mis preguntas.
¿Cabrán mis regalías en sus alas?
Manos mansas,
acaricien las luces
y sientan que solo la luna nos separa.
Vean que fueron
los llanos vientos de octubre
los que nos contaron historias reconditas,
que compungidas ladraban
en aquellos vaivenes infinitos,
los susurros dulces de sus vivencias completas.
Así como también
chistaba el follaje en su espesura,
y limaba sus asperezas y locuras
en las cabelleras obscuras
de sus sábanas de letras.
Chocaban las risas y las sutilezas
en pequeñas arenas,
que eran el reloj de las liras ajenas,
prometiendo una concertación
de orquestas luminarias.
Vagando en las arcas celestiales
miro esa llama de lana de fuego,
que habla con ampolletas flotantes,
que son como mis páginas hiladas
en visperas del cielo bermellón,
borrón en dedo.
La veo tímido alejarse,
palabra y viento,
soplarme,
luz y ciego,
buscarme,
solo y lento,
entre cientos de cruces.
Dejame ciego en tus hazes
y me quedaré sentado
en la cresta del suelo
para admirar mas de cerca
la emanación omnipotente,
cantos inmortales
que brillan en las aladas melodías
de aquel retrato vivo de lo nuestro,
libertando a la noche de su ausencia
y a tu sonrisa del cielo lento.
2 comentarios:
monsieur Sepulveda...mella mucho en mi corazon no hablar con usted. un abrazo grande
ah! soy berenice
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