sábado, 25 de octubre de 2008

La Jaula

Una sabionda jaula que emergió del baúl,
me encarceló en un escupo en ventarrón.

Vuela y vuela en tropeles
de lacios necios
hacia las bacuolas
de mi muralla.

¿Qué serían sus sonrisas de barrotes
sin mis desechas carcajadas?

Velos como lucen
sin sus mantas de arrebol,
que bordean los arrecifes de sus lunas
cuando no florecen los árboles
en sus alamedas.

Mira y no los pierdas,
que te lamentarás.

Escúchame,
que las tardes de la ingenuidad
nos llueven sin pensar.

Piensa las calles y las luces
antes de mirar
las ramas inmaculadas
del sauce lítico del pedregal,
pues sus ramas te abrigarán
sin palabras de covacha
ni de cotorra espacial.

Solo escucha sus ramas bailar,
y me hablarás de la lluvia
en tiempos de mar.

Escúchame que te escucho;
mírame y verás
que cadencias pinto mucho
en ladrillos de cristal
cuando canto en el estrecho
de mi muro
los pixeles de mi edad.

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Por Liniers

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Alberto Montt