¿Significo yo un dedo levantado?
¿Quizás el del medio?
¡No, quítate de en medio!
¡Gran frasco enmohecido
y conservador!
¡Yo hoy me siento un dedo que apunta,
otro que insulta,
otro que pregunta,
otro que responde,
y todos encogidos!
Soy un ladrón de mi cabeza
y bufón de mi nido
y de las estructuras.
Que me injurien.
Yo soy en ese caso
mil dedos altivos y alzados.
Mis dedos se ríen
y yo me río de mis dedos,
pues son grandes pensadores.
Me pregunto
¿Qué harán sus encefálicas palabras
al sentirse interpretadas?
Ahora los guardo en mi pantalón,
su oscuro y cálido panteón,
para que desde su cajón
empiecen la despedida
de su amigo albor
y debajo de un árbol sin heridas
emprendan una dedosa misión.
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