sábado, 1 de noviembre de 2008

Aureolina

Voy a inventar una palabra tuya
para tenerte en mis labios
y me creeré creacionista
al dibujarte en pasos,
mientras conversa conmigo
un perro con un tic nervioso.

Estrepófila Aureolina,
un pétalo en tus labios
y estratosféricas neologías
explotaron en tus lineas.

Pequeña Aureolina,
te dibujé en mis ojos un segundo.

Aureolina diafanténtica,
me dibujaste la tibia mañana
con tu risa.

Diafantosa petalídioa,
eres mis dedos,
eres un olor pasajero.

Aureolina cuspédica,
el sol vilipendea
mis pies en su trigal,
mis enanos en ruedas,
gastados y diestros
en la suela,
¡oh Aureolina!,
cuando mis lisonjas lejanas
no son sino tu piel
que seda la seda,
sedante de mis pequeñas hebras.

Mis ojos te esperan,
Aureolina de argentósfera esmeralda,
excelsa trina,
astro, sencillez, polifonía.

Mis sonetos destruidos
navegan en trescientas letrillas,
y crean un torbellino
que me mueve
en las curvas de los astros
de porcelana en masilla
y brillan en su pureza,
que ama a la fulgorosa retina
y trescientos que son dos
me hacen sentir
como la flor Aureolina
en su alma plateada
de cristales y encina.

Y ahora en tus cabellos miro
al mundo cantando torbellinos
de la melodia beldalina
la beldad en hielo,
la beldad sencilla,
hermosura, aureo asunto,
tu verdad Aureolina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hasta cierto punto, todos somos creacionistas, creemos aquello que hemos creado. Valga la doble redundancia.
Saludos!

panchu dijo...

qiero ser la Aureolina de alguien. y que me escriban poemas de aquellos.


Por Liniers

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Alberto Montt