Qué fue de los dulces
que colgué en el ático de las luces,
cuando marcaba el paso
de una marcha de mil supuestos
en la cama del desierto,
oscilando entre mil cruces,
oscilando entre mil vientos,
no me cantes,
piel de luces,
no me ladren,
perros muertos.
Aquí caigo ante tus fauces,
aquí me rindo ante tu juego,
no me ladres, piel de cruces,
que aquí yo estoy sereno.
No me tomes, tiempo recalcitrante,
qué me caigo de tus manos de cebo
No me llames,¡Oh cielo infante!
que aqui ya estoy sereno.
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